En estos momentos en los que la economía comienza a salir de la complicada situación de recesión en la que ha estado sumida entre los años 2008 y 2014, tanto en Navarra como a nivel nacional, es el momento de apostar por las personas, por el talento de Navarra, porque el empleo es cuestión de personas, no de índices o cifras macroeconómicas.
Sin dejar en un segundo plano los indicadores de los cuadros macroeconómicos que ilustran esta mejora económica, como el PIB (incremento del 2,6% para 2015 en Navarra, según el I.E.N.) o la EPA, cuyo índice en abril de este año en Navarra fue del 15,1% según el I.N.E., un 8,62% menos que hace un año, es el momento de prestar atención a otros aspectos e indicadores más ligados con la economía real y la cohesión social.
Desde el inicio, en Moderna ya se incluyó en el cuadro de indicadores un apartado para medir la prosperidad y la cohesión social, donde, por ejemplo, se mide la distribución de la riqueza, la calidad de vida (IDH) o la sostenibilidad ambiental, porque estaba claro que la finalidad del desarrollo regional son las personas, y aquí el empleo juega un papel clave que acaba incidiendo sobre todos estos indicadores y, en definitiva, sobre la economía real.
Ahora más que nunca es el momento de centrarse en desarrollar iniciativas contra el aumento de la desigualdad, de la tasa de pobreza o del riego de exclusión social que han dejado como herencia estos últimos siete años de crisis y de políticas económicas centradas en el corto plazo, la “reacción” en lugar de la planificación y el miedo al colapso económico y, por encima de todas ellas, la lacra del paro.
No hay más que echar la vista atrás, hasta los años 2004 a 2007, para darse cuenta de que el nivel de bienestar del que disfrutamos era fruto del pleno empleo con el que contaba Navarra. Otra cosa es que el modelo productivo sobre el que estaba asentado este bienestar social era a todas luces desequilibrado y volcado excesivamente en el sector de construcción, pero es innegable que este bienestar se asentaba sobre un nivel de empleo nunca visto en décadas.
Una interesante pregunta que hay que hacerse es quién es el responsable de crear empleo. A menudo desde el ámbito político se atribuyen los méritos de la creación de empleo y está claro que también las empresas, el tejido económico y productivo, tiene una responsabilidad especial en la creación de empleo. Pero realmente es la sociedad en su conjunto quien tiene la responsabilidad sobre la creación del empleo, y son las personas quienes deberían tomar el espacio central de esta responsabilidad, de esta tarea.
En general, la estrategia regional en la planificación del desarrollo económico y social debería estar centrada en las personas y con una mirada puesta en el largo plazo, apoyada por la denominada cuádruple hélice: el ámbito político y la Administración, las empresas, las universidades y el ámbito educativo, y los ciudadanos, pero independiente de los ciclos cortoplacistas que suelen regir el ámbito político o económico. Y este debería ser también el modelo para la creación de empleo.
Navarra ya cuenta con una herramienta para impulsar esta estrategia, el Plan Moderna, que en 2011 fue tomado como buena práctica por la Comisión Europea en el ámbito del desarrollo regional y, además como ejemplo de Innovación Social.
Desde aquí ya se está apostando por la promoción del empleo con una visión multi-canal y basada en la innovación social, y al mismo tiempo se está trabajando para lanzar iniciativas que promuevan y creen empleo y activen y mantengan motivadas a las personas en situación de desempleo. El I Foro Navarra Jobs es un ejemplo de este nuevo enfoque, donde Administración, empresas, universidades y ciudadanía se encuentran en un mismo espacio y pueden buscar vías de colaboración para la promoción y creación de empleo.
Pero para que esta apuesta se convierta en un éxito es necesaria la definición de una estrategia concreta en materia de empleo a través de dos aspectos clave: en primer lugar la implementación de un nuevo modelo de promoción del empleo basado en tres pilares: la innovación (social, empresarial, etc.), las redes de colaboración y la potenciación de las personas como actores principales; y en segundo lugar un régimen fiscal centrado en la promoción del empleo y la cohesión social, que dé soporte al nuevo modelo de promoción de empleo y al desarrollo, activación y retención del talento de Navarra, que a la postre son y serán los profesionales y emprendedores del presente y el futuro.
Y esto solo se puede conseguir con el esfuerzo de toda la sociedad, superando las diferencias y con la mirada puesta en el objetivo de una Navarra con pleno empleo y cohesionada socialmente, porque el empleo es cuestión de personas.